La naturaleza mentirosa de la literatura

alarmsanddiscursionsdjEs verdad que la literatura, sobre todo en sus formas de poesía épica, teatro y narrativa de «ficción», es esencialmente mentirosa. Mucho de su oculto arte radica en hacer de sus a veces descabelladas mentiras algo verosímil para cualquier lector, por escéptico que éste sea.

Sin embargo, ¿qué pasaría si el lector creyera en todo lo que le dicen?

G.K. Chesterton, en su relato The Long Bow, el cual aparece en su libro Alarms and Discursions, cuenta la historia de un rey que lo creía todo. Ese rey, que además era un gran aficionado a la arquería, logró atraer a su corte a cuatro de los mejores arqueros de la época. Les encargó dos tareas: gobernar su reino e instruirlo en la ciencia de la arquería por medio del relato de sus proezas.

Pronto los cuatro arqueros se dieron cuenta de que el rey creía en todo lo que le decían, por disparatado que fuera el relato. Chesterton nos comenta sobre el sentir de los arqueros: «Ninguna de sus historias era verdad; pero el rey creía en todas ellas y esto era muy deprimente. Ellos crearon los más descabellados romances y aún así no obtuvieron ni un solo crédito por haberlos concebido. Su verdadera ambición fue mancillada. Ellos eran estimados como arqueros, mas deseaban ser admirados como poetas. A ellos se les estimaba como hombres, pero hubieran preferido ser admirados como hombres de letras.»

El juego literario consiste, pues, en que el lector sabe a priori que el autor le quiere tomar el pelo; el autor, por su parte, sabe que el lector es un escéptico muy difícil de convencer. Está en la pericia del autor, pero sobre todo en la buena disposición del lector la posibilidad para que este juego funcione.

¿Usted, qué opina? ¿La obra literaria debe su existencia sólo al autor o a quien la lee? ¿Sería posible la literatura si los lectores se creyeran, como el rey, absolutamente todo? Dándole la vuelta a la misma moneda: ¿es posible la literatura si los lectores no creyeran en nada?

Acerca de Enrique Boeneker

Soy aficionado a una bola de cosas. Peco, es verdad, de disperso. Ésta es una más de entre todas mis aficiones. Ver todas las entradas de Enrique Boeneker

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