Nuestros 15 minutos de fama (dicho, creo, por Andy Warhol) – La Bici LXX

¿Qué tal, cómo se siente ser una celebridad? Sí, la pregunta es para usted. ¿A poco no sabía que desde hace tiempo usted es muy famoso? Permítame le hago un par de preguntas más para aclararle mejor el asunto. ¿Tiene una cuenta de correo electrónico en Hotmail, Outlook, Gmail, Yahoo u otra que se le parezca? ¿Lee regularmente este blog? Si contestó a las dos preguntas de forma afirmativa puede considerarse toda una celebridad. Si sólo contestó que sí a la primer pregunta y a la segunda que no, entonces usted es un gacho, sin embargo eso no le quita que siga siendo muy popular.

Hace algunos años, Andy Warhol (creo que fue él, pero le digo que no estoy seguro) vaticinó que, si los medios de comunicación seguían evolucionando de la forma en que lo estaban haciendo en esa época, cada uno de nosotros, aunque hayamos resultado en ser más de 7 mil millones de personas, tendría sus 15 minutos de fama. En los últimos 20 años hemos sido testigos de la expansión de los medios televisivos. Hoy en día tenemos cientos de canales a nuestra disposición y cada uno de estos canales cuenta con al menos una docena y media de personajes famosos. A su vez, durante este tiempo, hemos visto el florecimiento de los reality shows, en los que han participado otras decenas de miles de seres humanos que por este eficaz conducto obtuvieron su pedazo de fama, como lo hizo la Chiva de Big Brother (no confundir ¡por Dios! con ése que usa el mismo mote y que trabaja en TDN). Un ingrediente nuevo, la tecnología de masas disfrazada de smartphone, nos posibilita a todos a reclamar esos 15 minutos (¡o tal vez más!) de popularidad, sin importar que no sepamos cantar al más puro estilo de One Direction, bailar con una estrella, sobrevivir en una isla desierta, cocinar como un chef o echarle mala leche a los compañeros de juego. Ahora todos los que pertenecemos a una red social o tenemos aunque sea una cuenta de correo electrónico nos podemos considerar como personajes públicos muy, pero muy populares.

Esto no se debe a la cantidad de seguidores y “amigos” que tenemos en el feis, tuiter, vain o pínterest, si no a que gracias a la tecnología podemos ser observados en todo momento por una bola de personas que ni siquiera conocemos y que suelen trabajar en unas oficinas tan oscuras como las siglas que identifican a sus organizaciones. Lo que el Sr. Snowden y Wikileaks nos revelaron ya lo sabíamos: gracias a la Internet podemos ser espiados con mucho mayor facilidad y en todo momento. Si en nuestros mensajes electrónicos, publicaciones o blogs ponemos ciertas combinaciones de letras como CIA, Al Qaeda, NSA, islam, Los caballeros templarios y vaya a usted a saber cuantas otras combinaciones más, seguro nos leerán no sólo nuestros familiares y amigos, si no también, y con especial interés, esas personas que nos espían desde Moscú, Washington, Caracas, Pekín (que no Beijing, que quien sabe que ciudad será), Pionyang, La Habana y hasta Teherán, ¡sí señor! Es más, si usted abusa de su libertad de expresión no le prometo que su visa norteamericana le sea renovada la siguiente vez que la solicite. Así que mucho cuidado, no ande usted escribiendo cosas como lo hago yo.

Todo esto se me ocurrió cuando el día de hoy, martes 11 de febrero de 2014, recibí un correo de WordPress (lugar en donde habita mi ahora subversivo blog) invitándome a participar en una protesta en contra del espionaje cibernético. Sugieren llevarla a cabo por medio de la inserción de un banner en mi blog. El simple hecho me parece de lo más inocente: no hay mejor manera de llamar la atención de las agencias de “inteligencia” que poner un anuncio en donde se expresa públicamente el desacuerdo para con éstas y sus poco claras prácticas. Un servidor, en cambio, tiene modos mucho más elegantes que ése: publicar este libelo. Al hacerlo creo que me he ganado el lugar de honor como Sospechoso de la Semana de la Asociación Internacional de Agencias de Seguridad (ASIA, por sus siglas en polaco). Esto de cierta forma me pone feliz, porque de ahora en adelante tendré decenas de nuevos lectores. Les aseguro, señores, que no los defraudaré y los trataré de entretener mucho, aunque mis textos no tengan valor alguno para sus labores cotidianas, así que mejor les paso este consejo: escóndalos de sus jefes.

Si usted no quiere ser tan famoso como yo quiero serlo, entonces deberá guardar la compostura como si fuera el heredero al trono británico. Nada de exabruptos, nada de opiniones políticas, nada de irle al Real Madrid, porque si lo agarran en éstas le aseguro que de inmediato se conseguirá una bola de fans que no quiere tener.

 

Lo invito a superar el temor por saberse espiado y a que lea otra bici más aquí, en su blog De la tierra nacida sombra, la próxima semana, mismo día, misma hora. Por cierto, le pido encarecidamente que, si le gusta lo que aquí lee, corra la voz y recomiende estas líneas entre sus amigos y familiares.

Acerca de Enrique Boeneker

Soy aficionado a una bola de cosas. Peco, es verdad, de disperso. Ésta es una más de entre todas mis aficiones. Ver todas las entradas de Enrique Boeneker

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